Claves para la felicidad I

 

Todos queremos ser felices, no entendemos esta vida sin la felicidad. Soñamos con ella desde  jóvenes, planeamos un futuro lleno de logros económicos, sociales y personales que nos llevarán a este estado ideal. La gran mayoría lo tiene claro, vamos a acabar llevando vidas felices.

La lista de “imprescindibles” para la dicha es enorme: una buena pareja, niños perfectos, un buen trabajo, una buena posición económica, gran vida social, viajes frecuentes, lujos (los que se puedan, cuantos más mejor),  gente alrededor que nos quiera…

No sé vosotros, pero yo tengo la convicción  que nadie lo tiene todo y sin embargo sí que hay personas felices. Lo sabemos el dinero no hace la felicidad, ni el éxito, el reconocimiento, el poder… aún así no renunciamos a una  carrera eterna, una lucha continúa llena de insatisfacciones y “asuntos pendientes” que  parece asegurar  de antemano un rotundo fracaso.  Siempre faltará algo, siempre habrá que seguir buscando.

Son muchos los libros de autoayuda, conferencias,  blogs, terapias etc. Que tratan sobre el tema de la felicidad, y probablemente mucho más buenos que este post, pero a base de darle vueltas a la vida y a mi propia búsqueda de la felicidad (montones de libros leídos, investigación y difusión de temas psicológicos, técnicas de meditación y relajación, etc.), me ha acabado asaltando una duda:  

¿Y si ya fuésemos felices?

Y no me refiero a una visión fatalista o conformista de la vida, (aunque a menudo pasemos por ella como meros espectadores en vez de tomar las riendas de nuestras propias emociones), me refiero a que ya somos felices con nuestras vidas  aquí y ahora, sólo tenemos que darnos cuenta.

Cuando hablo con amigos observo que le damos vueltas a lo mismo una y mil veces, afrontando los problemas de la misma manera y por tanto generando los mismos pensamientos, las mismas emociones y los mismos actos. Cuando las cosas nos van bien, nos sentimos alegres y con fuerza para afrontar la vida, estamos convencidos que estamos en un “buen momento”, pero no nos consideramos felices, con lo que cuando las circunstancias se vuelven adversas volvemos a antiguos patrones de pensamiento retomando la búsqueda.

Estamos en un momento histórico en el que sabemos que alcanzar la tan añorada felicidad está en nuestras manos.  No hace mucho nuestros mayores pensaban que esta vida era “un valle de lágrimas” y aceptaban una vida de sufrimiento y vicisitudes  sin cuestionarse alternativa alguna.

Por otro lado, numerosos especialistas como Joe Dispenza nos están diciendo que podemos llegar a controlar nuestra mente y realidad mediante la familiarización con nuestros propios pensamientos, alterando nuestra realidad hasta llegar a un grado de satisfacción y paz interior que es lo que consideramos felicidad.

Ahora, pongamos  que decidimos de forma expresa que ya somos felices, ¿qué pasaría?  Para empezar dejaríamos  de sentirnos mal, vacios, insatisfechos, tristes, solos, fracasados, dejaríamos de buscar y empezaríamos a mirar lo que ya tenemos.

Como este post se va alargar demasiado, he decidido dividirlo en varias partes y sería maravilloso contar con vuestras experiencias y opiniones. En próximos posts  intentaré sintetizar las que yo he considerado ser las  Claves para ser felices.

Dejo un pensamiento de Eduardo Punset para reflexionar sobre el concepto de felicidad

Hoy definimos la felicidad como la ausencia del miedo. Aunque también hemos aprendido que es bueno mezclar un poco las emociones negativas: tristeza, ansiedad, soledad… porque, en su justa dosis, contribuyen a que sepamos lo que nos amenaza. Hay que gestionar nuestras emociones para evitar el miedo y dejarse enseñar por la vida. Y no olvidar que cualquier tiempo pasado fue peor

Por: María Aparicio

Poner la Amabilidad de moda.

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En el diccionario la Amabilidad aparece como  “calidad de amable”; y a su vez,  una persona amable  es aquella que “por su actitud afable, complaciente y afectuosa es digna de ser amada”.

Aunque lo diga el Diccionario, parece una definición demasiado amplia y creo que no se corresponde a la realidad. En esta definición, parece como si del gesto amable debiera derivarse una actitud de amor hacia el que lo realiza, cuando en realidad no siempre es así.

En una sociedad  construida en los pilares de la individualidad,  en la que no falta quien identifica a  las personas amables como débiles  aprovechándose de su carácter para beneficiarse a su costa, es un gesto desprendido y casi heroico.

Las prisas tan extendidas en nuestra cultura junto con las rutinas que nos hacen ir un poco en «piloto automático», consiguen que no demos el valor necesario a los pequeños detalles. Desgraciadamente nos vamos metiendo más y más en nuestros propios pensamientos y problemas. Nos olvidamos de pensar en los demás cuidando de ellos y procurando su bienestar en las cosas sencillas.

La persona amable, entiende la Amabilidad como forma de vida, escogiendo en toda circunstancia una actitud concreta, una respuesta coherente con sus principios en la relación con los demás,  la Amabilidad con categoría de valor.

Aquel que nos sonríe y saluda con dulzura nos hace sentir bien, el que cede el paso cuando caminamos o nos permite incorporarnos cuando conducimos, transforma nuestro camino en una experiencia grata que nos facilita las rutinas de cada día. Y a menudo estos son gestos anónimos que no serán directamente recompensadas.

Practicar la Amabilidad entendida así, enriquece  tanto al que  la practica como a quien la  recibe.

¿Cómo podemos llegar a ser más amables?

En primer lugar: decidiendo cada día ser una persona afable, considerada,  que se toma el tiempo de hacer la vida a los demás más grata.

En segundo lugar: empezando en  el hogar, con los que se sientan alrededor de la mesa, y desde ahí extenderla entorno nuestro a todo lo que nos rodea.

En tercer lugar:   proporcionando las condiciones especiales que  atraigan más amabilidad. Mostrar una cara alegre, bondadosa, manteniendo una actitud honesta con los propios valores. Ser la persona que anima, consuela, acompaña, ayuda, se aparta ante el éxito ajeno y fortalece en la desdicha.

En cuarto lugar: enorgullecerse de ser amable independientemente de las circunstancias o actitudes de los demás. La Amabilidad que nace desde los principios y valores propios.

Quizás hacernos las siguientes preguntas:

¿Soy una persona amable? ¿Me gustaría que me considerasen una persona amable?

Por: María Aparicio

Autor cuadro foto:  George Dunlop Leslie

BookCrossing, liberad los libros

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Los libros tienen vida propia, no pueden quedarse olvidados en una estantería porque se mueren; pierden la esencia propia del libro, que es llegar a la gente comunicando ideas. Algunos de ellos tienen una vida breve, hasta que nuevos descubrimientos o modas los dejan obsoletos, estos especialmente deben salir de las casas y volar, para no morir en silencio.

Existe un movimiento llamado BookCrossing (http://www.bookcrossing-spain.com/home/) . Nace del deseo de formar un espacio global sin límites ni geográficos ni tiempo. Surge del deseo de formar una biblioteca mundial en la que los libros cobren vida cada vez que pasan de unas manos a otras.

Y para seguir esta vida existe un registro diario en el que se pueden hacer asientos en los que compartir la trayectoria de cada libro y las experiencias de los que los leyeron.

Si te gusta la idea, escoge un libro que tengas olvidado en una estantería, entra en la siguiente página  y regístralo javascript:abrirVentana(‘http://www.bookcrossing.com/register’) ,   conseguirás un número de identificación con el que etiquetar el libro. Y libéralo, dale alas y deja que vuele a donde tenga que ir.

Cada vez que se haga una anotación en el diario del libro te llegará un mail, así podrás vivir el viaje del libro que liberaste.

Anímate a compartir con otros los buenos momentos que has pasado leyendo.

Por: María Aparicio

Foto: Portada página web BookCrossing

Lo que nos come

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Esta mañana al ir a un supermercado de productos ecológicos y de herbolario,  me han informado que  hoy es el día mundial de la salud y había un descuento especial.

Estas empresas basan sus ventas en que los productos ecológicos están libres de elementos  químicos perjudiciales para las personas que al consumirlos su salud se verá recompensada disfrutando de mayor calidad de vida y  bienestar general.

Dejando de lado la realidad de una contaminación ambiental ya instalada en nuestros cuerpos  y en todos  los alimentos de la que es imposible escapar (que cada uno valore las bondades de pagar el dinero extra que supone el consumo de estos productos), a mí  me ha venido a la cabeza una frase que mi padre dice siempre: “lo malo no es lo que nos comemos sino lo que nos come”.

Él, que ha vivido en una época en que al menos a mis ojos, las cosas eran más sencillas y no digo más fáciles sino más sencillas, ya veía muy claro el perjuicio de la angustia permanente.

Con un incremento de la insatisfacción personal como política de vida, todo ha ido complicándose, nunca se es lo suficientemente rico, o guapo, o listo, o se viaja a todas partes, o los hijos no van al colegio más caro, o no somos buenos padres…  nadie parece darse cuenta de que, a menudo, las cosas no son perfectas pero están bien.

Eso por no hablar de la cantidad cada vez mayor de personas que están mucho peor, teniéndolo muy difícil para salir de una situación de desespero.

Quizás, cuando nos duele el estómago, sufrimos taquicardias o simplemente sentimos que no llegamos a todo y se nos escapa la vida,  deberíamos pararnos y valorar si realmente nuestra situación justifica tanto estrés, tanta insatisfacción y tanto sufrimiento gratuito.

Ya lo dice mi padre “lo malo no es lo que nos comemos, sino lo que nos come”.

Por: María Aparicio

Foto Foto. María Aparicio

Luchar contra el Párkinson

Gema Marín

El Párkinson es una enfermedad que nos da tanto miedo como rechazo, ya que normalmente la vinculamos a la decadencia de la vejez.  Pero al contrario de lo que la mayoría de la gente cree, el párkinson ataca a personas de todas las edades, a menudo muy jóvenes.

Otra de las características más crueles del párkinson no son los temblores, sino los ataques de rigidez que impiden a quienes los padecen moverse,  llegando a sentirse “encarcelados en su propio cuerpo”.

Hoy me gustaría dejaros el artículo publicado el día 31 de marzo de 2013 en el “EL País Semanal”  en el que se cuenta la experiencia de una mujer, Gema Marín Granados, quien padece párkinson desde los 28 años.  http://elpais.com/elpais/2013/03/27/eps/1364389067_526939.html

Ella en vez de rendirse a la angustia de la enfermedad, lucha contra ella con y desde la música,  ofreciendo con su testimonio un ejemplo para todos de fortaleza, responsabilidad y deseo de controlar la propia vida cualquiera que sean las circunstancias.

Gema Marín ha creado una página en facebook en la que comparte su propia experiencia en el uso de la música como terapia, ya que está convencida la ha ayudado afrontar la enfermedad. Enfermedad que, por otro lado, no ha dejado que detenga su propia vida.

Por: María Aparicio

Fuente: Artículo por Rosa Montero publicado en «El País Semanal»